La especie humana resulta imprescindible para que la vida sobre la Tierra no desaparezca
Si -18 ºC de media reinarían en una superficie terrestre sin atmósfera, nuevamente hasta un niño de
primaria podría vislumbrar el enorme peligro que supone para la integridad de la Biosfera estar
asentada en un entorno tan desfavorable, algo que para occidente pasa totalmente desapercibido, a
pesar de lo que dice ‘su’ ciencia:
“Las temperaturas corporales compatibles con una vida activa de los animales están comprendidas
entre -2 ºC y +50 ºC. La temperatura más baja corresponde a las aguas polares donde viven numerosos
peces e invertebrados a -1,8 ºC (prácticamente la temperatura de congelación del agua).”
Así pues, siendo el frío extremo un peligro acuciante para la biosfera, la civilización occidental lo que más teme es un calentamiento global...
Cabe preguntarse cómo puede seguir la vida adelante en un planeta con unas condiciones tan adversas,
pregunta que sin duda no tiene fácil respuesta.
En principio, sería razonable presumir que otrora el entorno era mucho más benigno, y cierto es que si
se observa la curva de temperatura vemos que los últimos millones de años ha ido descendiendo, -con
altibajos-, aunque si se retrocede más atrás anteriormente había subido.
Claro que llegados a este punto algo desvía inmediatamente nuestra atención: si ya la temperatura es
crítica, ¿qué sucederá si continúa disminuyendo siguiendo la tendencia de los últimos tiempos?
Acontecerá que ambos polos acabarán extendiéndose paulatinamente hasta quedar unidos, y la
deslumbrante naturaleza, -a pesar de todo-, que aún hoy podemos admirar sobre
la faz de la Tierra, quedará
sepultada bajo una enorme capa de hielo.
Por tanto, en contra de lo que proclama el sempiterno discurso occidental, -en el cual la humanidad sólo puede tener una influencia negativa en el mundo, y es más que otra cosa un mal que tiene los días contados-, la pervivencia de la especie humana es absolutamente imprescindible para que la vida sobre la Tierra no desaparezca, puesto que sin calentamiento global, y a tenor de la tendencia que muestra la temperatura durante los últimos 55 millones de años, nuestro planeta se congelará totalmente en un futuro muy próximo, y no quedará apenas rastro de vida.
Gráfica de “Historia del clima de la Tierra”. Antón Uriarte. Pág. 69